Mi perfil

Mi foto
Profesora y licenciada en Historia. Río Gallegos (Santa Cruz). República Argentina

Me acompañan

martes, 16 de junio de 2009

Informe TyD: Las TIC y su impacto en mi vida


Durante los últimos 15 años, o 20 para hacer coincidir el período analizado con cambios fundamentales en mi vida, las herramientas tecnológicas fueron ingresando a mi vida, personal, profesional y social, de forma lenta pero inexorable. Es decir, cada vez que adoptaba alguna de esos artefactos, muchas veces resignadamente, ya no lo abandonaba. Se convertía en indispensable.
Para realizar el análisis solicitado en las consignas, elegí dos de las herramientas tecnológicas del conjunto que ha experimentado un avance vertiginoso en las últimas décadas: la computadora personal o PC y la conexión a Internet. Mi relación con ellas es ilustrativo de cómo he ido tomando contacto con todas lo demás elementos de la convergencia tecnológica (informática, telecomunicaciones y electrónica)[1].
Si mis recuerdos van un poco más hacia atrás en el tiempo, infancia y juventud, me observo totalmente ajena a las herramientas que caracterizan a la Sociedad de la Información. En mi trayectoria escolar, primaria y secundaria (década del 70), y en la formación universitaria de grado (principios de los 80), sólo recuerdo el uso intensivo de la fotocopiadora y de la máquina de escribir. Sí, yo pertenezco a una generación que todavía concurría a una academia privada a aprender dactilografía. Experimenté una alegría inmensa cuando mis padres pudieron adquirir una máquina de escribir para mi uso personal.
Si hurgo en mi memoria, aparece, sin embargo, un detalle. Formé parte del primer grupo de alumnos de mi facultad que fue “informatizado”. Cuando me informaron al respecto, no entendí qué significaba. Me entregaron unas tarjetas agujereadas que debía entregar para realizar todo trámite académico. La única consecuencia que recuerdo de ese “adelanto” es que, como me inscribía para los exámenes finales con esas tarjetas, nunca aparecía en las listas y debía ir a reclamar.
Luego, con el pasar de los años empezaron a aparecer, por todos lados, los cursos para “aprender computación”. Preguntaba qué se enseñaba y me mostraban unos esquemas o me hablaban en términos totalmente crípticos para mí. Era una actividad para “iniciados”. Nadie, en mi círculo familiar o social, poseía una computadora. Sólo veía las que estaban en negocios o instituciones. No me atraían y no me imaginaba cómo integrarlas a mi vida. Ni hablar de Internet. Era, definitivamente, magia.
Ya recibida de Profesora y Licenciada en Historia, comencé a desempeñarme en la actividad docente. Corría el año 1987. Me había mudado de Córdoba a Río Gallegos. Un colega me aconsejó aprender a usar la computadora ya que todo pasaría por ella en el futuro. No capté el mensaje en ese momento. Pero, las computadoras comenzaron a cercarme. Estaban en todos lados, en todas las actividades. Me decidí. Aprendería computación.
Inicié un periplo por cursos de “operador de PC”. Hice varios, con distintas características, a algunos los finalicé. Pero, como no disponía de una máquina propia, no lograba utilizar lo que aprendía, lo olvidaba, y me parecía que todo era pérdida, de dinero y de tiempo. Seguía realizando mis tareas a mano o con la máquina de escribir.
A fines de los 90, decidí encarar la realización de un posgrado. Y, para ello, fue condición sine qua non, la adquisición de una PC y la conexión a Internet, vía dial up. Y, para optimizar su uso, compré un curso, por correo, para aprender a usar lo que me interesaba, el procesador de texto. Todo lo demás, lo fui aprendiendo por ensayo y error, observando y preguntando a parientes, amigos y colegas más experimentados.
A esa primera PC, la conservé muchos años, todos los que pude. La renové, al igual que la conexión a Internet, cuando el avance tecnológico las volvió obsoleta. En el lugar donde vivo, hay un solo proveedor del servicio de banda ancha, por lo que el mismo es lento, malo y caro. Pero, no hay opción. También he incorporado aquellos complementos que son necesario para un mejor aprovechamiento de esta herramienta: webcam, aunque ésta fue regalada, porque un pariente lejano quería verme, pendrive, multifunción, ésta última para reemplazar a la vieja impresora, cuyos cartuchos de tinta eran carísimos.
Actualmente, utilizo la computadora personal para trabajar, estudiar, y comunicarme con familiares y amigos. Su uso me ha facilitado la tarea docente. Todo está disponible para ser utilizado, corregido y aprovechado varias veces. En el aspecto de la formación profesional permanente, la PC y la conexión a Internet me han permitido realizar cursos virtuales, que son, en este momento de mi vida personal, las únicas oportunidades factibles de capacitación. Y, ambas, PC e Internet, son indispensables para contactarme con la familia y los amigos que viven lejos
Con respecto a la relación entre la PC, Internet y mi práctica docente, el aprovechamiento que he hecho de las mismas es mínimo. Utilizo la informática para agilizar mi tarea en lo que se refiere a realizar planificaciones, programas, actividades, evaluaciones, listados. Me comunico, vía mail, con algunos colegas y con algunas instituciones, especialmente la universidad. Pero, de acuerdo a la bibliografía, no he realizado ningún cambio metodológico que me permita afirmar que ha habido una apropiación de la herramienta. Me he limitado a solicitar a mis alumnos que presenten sus trabajos en un procesador de texto, o que realicen alguna búsqueda de información. O, para mejorar la comunicación, ya que pueden enviarme sus producciones por correo electrónico. Sólo los alumnos de la universidad utilizan esta última opción. Es decir, nada que no pudiera hacer sin la PC, sólo que más rápidamente[2].
Es decir, que la computadora personal y la conexión a Internet han modificado, favorablemente, muchos aspectos de mi vida, personal y profesional. Pero, haciendo un análisis más detallado, veo que, en algunas esferas de mi cotidianeidad, no tienen presencia. Y, si las uso, es porque no tengo otra alternativa. Un ejemplo, es el uso del tiempo libre. Jamás elijo, para divertirme o pasar un rato agradable, prender la PC o conectarme a la red. Si leo el diario on line es porque no llega a mi ciudad aquel que a mí me interesa. Si veo películas por la PC o en el reproductor de DVD, también incorporado tardíamente, cuando ya no podía alquilar nada en VHS, es porque en mi ciudad ya no hay cine. No chateo ni “navego” porque sí. No uso facebook ni similares.
Para finalizar cabe preguntarme, ¿soy parte de la Sociedad de la Información? Puedo decir que sí, que como usuaria utilizo todas aquellas herramientas que, según mi criterio, mejoran mi calidad de vida personal y laboral. Pero, no me siento atraída por las “novedades” del avance tecnológico per se. Es más, soy reticente a incorporarlas. Siento que el mercado quiere crearme la necesidad de tener siempre lo “más nuevo”, porque necesariamente es “mejor”. Y en mi desempeño docente, no me considero preparada para realizar un uso novedoso, que signifique un cambio de metodología, de la informática. Esa es una de las razones por las que estoy realizando esta capacitación.

BIBLIOGRAFIA

He utilizado los textos indicados como “bibliografía” básica en las dos sesiones de este módulo de trabajo.
[1] Me considero bastante reticente a incorporar artefactos electrónicos sin un riguroso análisis crítico sobre la incidencia que van a tener en mi vida. No utilizo ni mp3 ni mp4, no los considero necesarios. El teléfono celular es una adquisición tardía a la que todavía no me acostumbro a usar. En mi hogar, hay un solo televisor, de los comunes, que debe ser compartido por toda la familia. La conexión al cable es indispensable en Río Gallegos, ya que la televisión por aire es espantosamente mala.
[2] En las escuelas en las que trabajo, se observa claramente la concreción de la idea, errónea, de que “los alumnos deben contar con computadoras conectadas a Internet” para que todo, en educación, mejore sin más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario