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Profesora y licenciada en Historia. Río Gallegos (Santa Cruz). República Argentina

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martes, 29 de septiembre de 2009

Informe TTC - El ¿poder? de los blogs

Para el informe, he elegido el texto de David de Ugarte (2007), El poder de las redes. Manual ilustrado para personas, colectivos y empresas abocados al ciberactivismo, correspondiente a la cuarta sesión de este módulo.
El autor comienza preguntándose qué tienen de nuevo la "redes sociales", de las que tanto se habla en la actualidad, ya que la sociedad siempre ha sido una red de personas que se relacionan. Los elementos novedosos que observa son: Internet y la eclosión de una nueva esfera de relación social que pone en contacto a millones de personas cada día, la aparición de una amplia literatura sobre redes aplicada a todos los campos y, sobre todo, los movimientos que van desde la revolución hasta la protesta cívica, pasando por episodios no clasificables, a los que Juan Urrutia las llamó "ciberturbas" y Rheingold, "multitudes inteligentes". Ugarte postula ver todo ese conjunto como "síntomas de una nueva forma de organización y comunicación social que poco a poco va tomando fuerza y con la que se pueden defender ideas muy diferentes, cuando no opuestas" (pp. 24) y busca "definir ese algo y ver cómo las personas normales podemos ganar con ello independencia y poder" (pp. 25).
La obra se divide en tres partes: primero, una historia de cómo las redes sociales, el mapa de relaciones a través del cual se mueven las ideas y la información, han cambiado a lo largo del tiempo impulsadas por las distintas tecnologías de comunicación; en segundo lugar, se analizan los nuevos movimientos políticos, desde las Revoluciones de Colores en el Este de Europa hasta las ciberturbas en distintos lugares del mundo, para finalmente trazar los modelos fundamentales de ciberactivismo que llevan a la difusión masiva de nuevos mensajes desde la propia red; y, en la tercera parte, se extraen conclusiones útiles para personas, empresas y colectivos de todo tipo sobre cómo comunicar socialmente en un mundo en red distribuido.
A los efectos de este análisis, me centraré en el capitulo "De la pluriarquía a la blogósfera". Ugarte distingue tres tipos de redes: centralizada, descentralizada y distribuída. Son tres formas de disposición, o topologías, según cómo se conectan entre sí los nodos y fluye la información entre ellos. Para el autor, "la clave para poder explicar la gran mayoría de los nuevos fenómenos sociales y políticos a los que nos enfrentamos consiste en entender la diferencia entre un mundo en el que la información se distribuye en una red descentralizada y otro en el que los hace en una red distribuída" (pp. 28). En una red "descentralizada", aparece la noción de jerarquía. Más arriba se está en la pirámide informacional, menos se depende de otros para recibir y transmitir información. Así, la capacidad para trasmitir, convocar y actuar, necesaria para la acción política, se concentra en unos pocos nodos. En cambio, en una red "distribuída", no se depende de nadie en exclusiva para enviar un mensaje, pues no existen los filtros únicos. Siguiendo a Bard y Soderqvist, de Ugarte afirma que en una red distribuida cada uno decide sobre sí mismo, pero no puede ni tiene ocasión para decidir por otros. Por más que haya nodos más conectados que otros, es una red de iguales. Ese sistema, en el que alguien propone algo y responden quiénes están de acuerdo, se llama "pluriarquía", diferente a la democracia, donde la mayoría decide sobre la minoría ante una diferencia de opinión, convirtiéndose, por ello, en un "sistema de escasez".
En estas redes "distribuídas", los blogs o bitácoras son la clave. Estas herramientas son sistemas personales, automáticos y sencillos de publicación que han hecho posible el nacimiento del primer medio de comunicación distribuído: la blogósfera. Se trata de un entorno informativo en el que se reproducen los presupuestos, condiciones y resultados del mundo pluriárquico. En la blogósfera, se tiende a eliminar la separación emisor/receptor, ya que todos pueden publicar; desaparece la capacidad de filtro. Es imposible controlar la información que llega a los nodos finales mediante el manejo de unos cuantos emisores.
Es interesante cómo se caracteriza al blogger, autor del blog. Se lo diferencia del periodista tradicional, ya que no es un “especialista”, y escribe, de forma indistinta, ya sea sobre su vida personal o de temas de actualidad. En esto, el autor observa una negación práctica de la división del trabajo característica de las redes jerárquicas descentralizadas. El blogger “/…/ es a veces fuente directa, muchas veces analista de otros bloggers y fuentes y casi siempre seleccionador de terceras fuentes para sus lectores” (pp. 43). Un blogger no busca una retribución monetaria, sino que sus incentivos son el prestigio, el número de lectores, enlaces y citas publicadas por otros blogosnautas.
A partir de estos elementos, de Ugarte compara diferentes modelos informacionales. Durante el siglo XX, la información se regía por el modelo estructural descentralizado de las redes de telecomunicaciones, y era un producto que se comercializaba por los “ciudadanos Kane y los Estados” (pp. 45). Se respondía a la lógica del periódico como fábrica de noticias, como mediación informativa insustituíble y necesaria. El periodista se posicionaba como un mediador que garantizaba el derecho colectivo a la información. Era el sistema informativo industrial en el que era indispensable, para emitir opiniones, contar con el capital para montar un periódico. “Los medios eran los cancerberos de la información, que extraían unos profesionales, llamados periodistas, de la misma realidad, dándole su primera forma textual: la noticia. Los periódicos eran, pues, el resultado de una actividad profesional especializada que se aderezaba con la opinión de una serie de firmas, valiosas por su posición en el árbol jerárquico y, se suponía, mejor informadas” (pp. 46). En la blogósfera, parte de la “enredadera digital”, las fuentes aparecen de forma hipertextual y en tiempo real, aportadas por los propios protagonistas, no por el corresponsal. El centro ya no está en la redacción, en la conversión de la información de hecho a noticia, sino en la selección de fuentes, disponibles, de forma inmediata, para el lector. Ahora importan la interpretación y el análisis, que darían lugar a una “esfera pública ciudadana no mediada industrialmente” (pp. 47). Este desarrollo de la sociedad de redes distribuídas permitiría la expansión de “nuestra autonomía personal respecto a las instituciones establecidas” (pp. 48), otorgando más libertad a los ciudadanos. Esta esfera informativa “pluriárquica”, significaría un proceso de reorganización del poder que tiende a una estructura de información distribuída. Cada persona podría convertirse en “periodista de su propio medio, nodo del gran medio reticular y distribuído que sería la blogósfera como un todo” (pp. 48) La blogósfera permitiría la redistribución del poder informativo entre la ciudadanía, donde ningún nodo es imprescindible ni determinante, donde todos, potencialmente, son iguales. Los blogs serían la manifestación de la “pluriarquía” como posibilidad de organización de una nueva sociedad. La blogósfera representa, para de Ugarte, el inicio de una “verdadera reconquista de la información y el imaginario como creaciones colectivas y desmercantilizadas” (pp. 48). Ahora bien, las consecuencias serían más profundas, ya que las transformaciones en la estructura de la esfera informativa, influirían en el sistema de representación política. La emergencia de las redes distribuídas ofrece, como perspectiva, “un mundo de fronteras difuminadas sin mediadores profesionalizados “necesarios”, sin elites filtradoras “insustituibles”(pp. 49).
Hasta aquí lo planteado por de Ugarte. Por mi parte, me permito dudar del poder transformador de los blogs, por lo menos en las actuales circunstancias del ambiente en que vivo y trabajo. Creo que son necesarias, primero, transformaciones políticas, económicas, sociales y educativas para que una herramienta como el blog manifieste sus potencialidades. Considero que el autor peca de un optimismo ingenuo al afirmar que los blogs tienen, por sí mismos, el poder de modificar las relaciones de poder. Son alternativas de comunicación, que permiten relacionarse de manera diferente con la información y las fuentes de la misma, pero, por ahora, nada más. Veremos en el futuro.

Bibliografía

UGARTE, David de (2007), El poder de las redes. Manual ilustrado para personas, colectivos y empresas abocados al ciberactivismo. Disponible en http://www.deugarte.com/gomi/el_poder_de_las_redes.pdf

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