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Profesora y licenciada en Historia. Río Gallegos (Santa Cruz). República Argentina

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viernes, 12 de febrero de 2010

Informe AMAD - Acerca de la reemergencia de la imagen

Para la realización de presente informe, he elegido el texto de Alicia ENTEL, indicado como bibliografía obligatoria en la Segunda Sesión de este módulo, en el que se pone de relieve la importancia de incorporar la imagen, como herramienta para entender, pensar e imaginar la sociedad. Por otro lado, he intentado relacionarlo con los aportes de Rodney Williamson, bibliografía complementaria de la Primera Sesión.

La autora comienza reflexionando sobre la tradición, predominante en Occidente, que relaciona el lenguaje de la palabra escrita con la capacidad reflexiva, el desarrollo de pensamiento crítico, y el ejercicio de la libertad individual. A partir de esa certeza, los sistemas educativos han puesto especial énfasis en la alfabetización en la lecto-escritura. Es, justamente, esa tradición y ese énfasis, los elementos que serán puestos en cuestión a lo largo del texto (Entel, pp. 1).

En las postrimerías del siglo XVIII, en la Francia revolucionaria, aquellos que habían accedido a la posibilidad de leer y escribir, universo limitado a un escaso número de hombres, dieron origen a una opinión pública hará posible el cuestionamiento, y derrumbe, del Antiguo Régimen. En ese momento, surgía el “individuo”, que usaba la escritura para comunicarse con sus iguales. Esta práctica permitió el intercambio con quien no estaba presente y dio lugar a la configuración de un espacio autónomo para el debate y discusión de las ideas. Por otro lado, la “alfabetización” comenzó a ser vista como la vía para no quedar excluido de esa esfera pública, y, por lo tanto, se convirtió en una reivindicación popular. La lectura y la escritura sustituyeron, erigidos en nuevos valores “sagrados”, a los tradicionales de la Iglesia Católica; y, pilares de esta nueva religión, la de la razón laica, se transformaron en el centro de los aprendizajes básicos (Entel, pp. 1 y 2).

La alfabetización, entendida como el logro de una correcta escritura y una provechosa comprensión lectora, se masificó a lo largo del siglo XIX. Aprender a leer y a escribir, implicaba el desarrollo de la capacidad intelectual, la promoción de la imaginación y la condición de posibilidad de la creatividad literaria. La escritura fue valorada como forma de expresión superior a cualquier otra (Entel, pp. 2).

Es sumamente interesante el análisis que realiza la autora sobre la etimología de las palabras “idea” y “video”. Ambos términos comparten la raíz indoeuropea, “id”, que no disociaba el “ver” del “saber”. Sin embargo, con el correr del tiempo, “idear” se relacionó con la imagen en el sentido de “representación”, incluso de “simulacro”, “farsa” o “mentira”. La crítica que las religiones, como la judía, hicieron de la idolatría, reforzaron la identificación de la imagen como algo impreciso, ambiguo, que no permitiría un conocimiento eficaz (Entel, pp. 3). No se tenía en cuenta el trabajo mental, esfuerzo cognitivo, que involucra una representación de la realidad. Es decir, se separó, por un lado, el “ver” y, por otro, el “saber”, lo visible de lo inteligible, el cuerpo del alma. Y la verdad se ubicó del lado de lo inteligible mientras que lo sensible, el cuerpo, lo material, quedó religado a todo lo engañoso, poco confiable para acceder a las formas superiores de conocimiento (Entel, pp. 3).

A continuación, Entel traza una serie de hitos en la historia del pensamiento visual, en un recorrido que comienza con el Humanismo Renacentista (siglos XIV y XV) y culmina en el mundo occidental del siglo XX. Tanto al inicio de ese camino, como al final del mismo, la imagen cobró importancia, en palabras de la autora, /…/ para construir verosímiles o para hacer estallar la verosimilitud /…/, y se vincula /…/ con los estadios iniciales de la construcción del individualidad y con su destrucción (pp. 4). En los comienzos de ese recorrido, se ensayaron nuevos lenguajes y saberes, se idearon nuevas formas de conocer y de representar, se traspasaron barreras, se reflexionaba sobre las propias prácticas. Quedó configurada, en el campo visual y de tratamiento de la imagen, una tradición de reglas y normas propias y específicas (Entel pp. 5).


Leonardo da Vinci puede considerarse el paradigma de la mentalidad renacentista: utiliza todos los recursos, lenguajes y saberes a su alcance para expresarse; se define a sí mismo como escultor, pintor, ingeniero, escritor, geómetra, inventor.
La Modernidad renacentista permitió, al inicio, la expansión de una multiplicidad de saberes y formas de expresarse, pero, luego, privilegió uno como el más efectivo para la reflexión y el conocimiento: los “dibujos letrados en páginas impresas” (recordar que el Renacimiento es también la época de la invención de la imprenta de tipos móviles). Se dividieron los saberes y los modos expresivos. La alfabetización se legitimó en la escuela. La imagen, el arte, los sentimientos quedaron relegados como maneras menos jerárquicas para pensar y expresarse (Entel, pp. 6). En palabras de Williamson, se trataría del triunfo de la “monomodalidad” de la palabra escrita, proceso que llega a su cénit en los siglos XVIII y XIX. (Williamson, pp. 3 a 7)

Pero, ya durante el siglo XIX, el mundo de la imagen como camino para conocer y manifestarse regresó para quedarse. La fotografía, el cine, produjeron un quiebre en la hegemonía de la palabra como estructuradora de la razón y el pensamiento. Además, surgieron, como otra vía válida de expresión, posibilitadas por la imagen, la construcción de lo imaginario. El psicoanálisis, con su buceo en el inconsciente, las vanguardias artísticas, mostraban el quiebre entre realidad y representación, la necesidad de ver y reelaborar al mundo según los malestares, las angustias, individuales y sociales (Entel, pp. 7).

El mundo audiovisual y de la forma exigió debates propios con respecto a su inclusión en el mundo académico, a la relación entre imagen y conocimiento. Entel remarca el trabajo pionero de Walter Benjamin sobre la relación sujetos/cine según los climas de época. En estas reflexiones, escritas en un estilo que evoca imágenes, la autora ve el inicio de un “pensamiento visual” (Entel, pp. 8).

Otras formas de “ver” también se desarrollaron durante el siglo XX. La televisión, el video, la informática, la telemática, los mundos virtuales. Y en este camino, la escritura, que parecía destinada a morir como recurso expresivo por excelencia, ha renacido en el ciber espacio. Allí, diseño-palabra-imagen, se mezclan en el /…/ cuerpo cultural de estos tiempos /…/ (Entel, pp. 9). La palabra pierde su lugar central y debe compartir cartel con otros modos de expresión.

Es decir, siguiendo a Williamson, el paso de la “monomodalidad” a la “multimodalidad” tuvo lugar en el tránsito entre los siglos XIX y XX. Las nuevas técnicas electrónicas, que facilitan el manejo y la difusión de contenidos y formatos, permitieron la reemergencia de la imagen y la constante transformación de los discursos visuales. Además, en la actualidad, son cada vez más habituales los casos de fusión de distintos modos de expresión, como por ejemplo, la publicidad, en donde las letras del lenguajes escrito se trabajan por su potencialidad visual (Williamson, pp. 7 a 9).

Ahora bien, ese mundo de la imagen sufrió el disciplinamiento de las industrias culturales, que privilegian la repetición de formatos y desarrollos (Entel, pp. 9). Los iconos pasaron a tener un significado comercial (logotipos, textos-imágenes de marcas registradas) (Williamson, pp. 7).

Acuerdo con la autora sobre la necesidad de actuar, políticamente, ante la explosión de modos expresivos que caracteriza al mundo actual. Los actores con poder de decisión deben evitar que las posibilidades que ofrecen esos múltiples caminos queden en manos de los mercados, que todo lo homogenizan y globalizan.

Por otro lado, considero, desde mi rol docente, que es imprescindible revisar mis propias prácticas, para intentar superar, junto a mis alumnos, la división sensible/inteligible imperante en la escuela actual.

Bibliografía



1) ENTEL, Alicia (2005), “Ideando”. En Revista Constelaciones. Fundación Walter Benjamin. Año II, Nº 2.

2) WILLIAMSON, Rodney (2005), “¿A qué le llamamos discurso en una perspectiva multimodal? Los desafíos de una nueva semiótica”, en Aled 6, Santiago de Chile.

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